Cementerio São Miguel
Goiás (Goiás – GO)
Goiás (Goiás – GO)
El proceso de formación de la ciudad de Goiás se inició con las banderas, expediciones armadas compuestas por hombres que se dedicaron a explorar las regiones ricas en oro y piedras preciosas. A medida que se iban descubriendo las minas de oro, los arraiais -pueblos de carácter temporario- eran instalados. Edificados a la moda bandeirantista, ellos surgieron en función de una necesidad: instalar los trabajadores de las minas.
Así surgió el Arraial de Sant’Ana. Fundado en 1727 por Bartolomeu Bueno da Silva, ubicado a las márgenes del Río Vermelho, posteriormente recibió el nombre de Vila Boa. La región estaba incorporada a la Capitanía de São Paulo. Solamente en 1744 fue creada la Capitania de Goyaz.
En 1749, la capitanía tuvo su primer gobernador: Don Marcos de Noronha, el Conde de los Arcos. En ese período áureo, la ciudad se expandió. Fueron construidas iglesias, edificaciones administrativas, comerciales y las fuentes. Esa infraestructura urbana atendía a la demanda social de las primeras familias, hoy consideradas las familias tradicionales de la sociedad goiana. Muchas de ellas tienen descendientes sepultados en el Cementerio São Miguel, fundado en 1858.
La ciudad de Goiás ha conservado tradiciones religiosas de la cultura colonial brasileña, como, por ejemplo, el sistema de enterramiento en las iglesias. Según el informe del gobierno de la provincia de Goiás, relativo al periodo (1861 a 1863), las personas enterraron sus muertos en la iglesia hasta 1859.
Aún en esta provincia se hacen los enterramientos en las iglesias. La decencia del culto y la salud pública exigen una completa extinción de semejante abuso. Varias leyes de años anteriores impusieron a los dueños de haciendas y a los agricultores un impuesto anual aplicado a la construcción de cementerios en todas las parroquias de la provincia. La primitiva ley, de 15 de noviembre de 1856, nunca fue puesta en ejecución, sus disposiciones aún están consignadas en el artículo 49 de la ley de 31 de julio del año pasado, obligando a los dueños de haciendas a la misma contribución anual, bajo punición de 2$000rs. a aquellos que se nieguen a pagárselo. Con el objetivo de cobrar los impuestos, y de ampliarlos a la finalidad a que se destinan, instituí una comisión de cada lugar; por último, oficié las cámaras para que, de acuerdo con esas comisiones, tomen las necesarias medidas para que las visitas de las parroquias adopten esa importante mejoría. Tengo ya recibido participaciones oficiales que prueban el cuidado y la solicitud de algunas comisiones, y el empeño que tienen en corresponder a la confianza de la administración. Estoy convencido de que en muchas parroquias la subscripción alcanzará una suma superior al presupuesto del cementerio. (traducción nuestra de CERQUEIRA, 1997).
La solemnidad de inauguración del Cementerio São Miguel fue realizada en 13 de agosto de 1858, con la presencia de autoridades y de gran número de personas. Su administración fue entregue a los cuidados del hospital de caridad São Pedro d’Alcântara, vinculado a la iglesia, conforme el informe intitulado Governos da Província de Goyas de 1856-1859.
Habiendo concluido e entregado por el respectivo empresario, en 18 de agosto del año pasado, el cementerio público de esta capital, nombré una comisión compuesta por los señores Teniente Coronel Antônio José de Castro, Ernesto Vallée, João Prode, Inácio Xavier da Silva, Joaquim Manuel das Chagas Artiaga e Antônio Gonsalves, Dias, a los cuales encargué de proceder a los exámenes necesarios para averiguar si aquella obra había sido hecha con la necesaria solidez y perfección, desarrollando, desde luego, la evaluación de ella para los fines de que trata el $ 7º del artículo 5º de la Ley nº 11, de 9 de noviembre de 1857. La comisión indicó pequeños defectos de construcción, que no me parecen suficientes para determinar la no aceptación del edificio, especialmente porque no comprometerán la duración de él, y por atender a la imposibilidad que hay en obtenerse, en esta capital, buenos operarios. Resolví, por lo tanto, aceptar el edificio como se encontraba, y conformándome con el parecer de la comisión, solicité que pagasen al empresario, que es un digno miembro de esta asamblea, la importancia de 1:953$528 réis correspondientes a la deferencia que se encuentra en favor de él sobre el valor del contrato y a los 15 por 100 del total del gasto hecho. […] Están prohibidos, desde el 3 de febrero, los enterramientos en las iglesias de la capital, y me hace gusto anunciarles que esa prohibición no encontró el menor obstáculo por parte de la población de la capital, que ha probado, en esa ocasión, ser sensata y dócil. (traducción nuestra de CERQUEIRA, 1997).
La ciudad de Goiás, por ser el centro administrativo en el período colonial, ha atraído gran parte de las familias meiapontenses, cuyos descendientes fueron, y siguen siendo, muy actuantes en la vida cultural y social de la región. Jarbas Jayme se dedicó a los estudios genealógicos de las familias que se destacaron en la política, como los Fleury, los Caiado, los Curado; en las artes, los Veiga, de la familia del escultor José Joaquim da Veiga Valle (1806-1874); y en la literatura, los Bulhões. La mayoría de sus ancestrales está sepultada en el Cementerio São Miguel.
Otras personas ilustres están sepultadas en este cementerio. Por ejemplo, la poetisa conocida nacionalmente, Cora Coralina, pseudónimo de Ana Lins dos Guimarães Peixoto (1889-1985); Luis Ramos de Oliveira Couto (1884-1948), juez y poeta; Antônio Félix de Bulhões Jardim (1845-1887), autor literario que luchó por las causas abolicionistas y a quien la iglesia católica negó las exequias por ostentar ideas materialistas y evolucionistas, acrecidas del agravante de haber sido masón convicto; y Joaquim Bonifácio de Siqueira (1883-1923), letrista de la música “Noites goianas”. En el cementerio São Miguel están enterradas también personas anónimas, ancianos, jóvenes y niños que vivieron en Goiás. Sus vidas y contribuciones dieron forma a la historia de la ciudad e hicieron con que el significado histórico del cementerio fuese definido por el carácter de los individuos allí sepultados, reflejado en la creación de túmulos dotados de valor artístico y simbólico. Ese cementerio se ha tornado un tributo a las personas que colaboraron en la formación del estado de Goiás y, como tal, es una institución cultural e histórica que debe ser preservada en la memoria de la sociedad goiana.
En 1927, el cementerio sufrió la primera ampliación. Muchas otras vinieron a lo largo de los años. Actualmente, suma un área de 20.734 m2, con 40 cuadras, intercaladas por calles paralelas y perpendiculares. Gracias a la ampliación ocurrida en 1994, hay, al lado norte, 666 tumbas agrupadas de forma paralela, creando calles estrechas. La entrada del cementerio conserva paredes de tapia, que componen una fachada imitando el estilo colonial, a pesar de las ventanas de estilo moderno. Su planta tiene la forma de un cuadrilátero irregular. La calle principal lleva al crucero y, en seguida, al encuentro de la Capela, que fue construida de barro socado, entre tapias, y posee el fondo curvado. El modelo de sepultura más frecuente es la laja cuadrangular.
En la cabecera de las tumbas, se encuentran esculturas conteniendo elementos cristianos, como santos y ángeles, y símbolos cívicos, como los bustos de los políticos exitosos de la ciudad. Otro factor importante en ese local es la presencia de la artesanía popular en los trabajos en piedra-jabón, madera y cerámica, así como las cercas de hierro que están alrededor de algunas sepulturas, valorado por los ornamentos florales presentando símbolos cristianos.
Quedan algunas tumbas con características peculiares de la región, como la utilización de la técnica de los rayadores en piedras de mármol. Esa artesanía es relevante por la utilización de los símbolos cristianos, como la representación del cáliz, del Sagrado Corazón, de la cruz, de las coronas de espino y flores, de la paloma y de cortinas semi-abiertas. La piedra usada se caracteriza por el tono gris claro, con senos oscuros y manchas rosadas, nombrada de “mármol de Sete Lagoas”, material que era encontrado en algunas regiones del estado de Goiás y del Triângulo Mineiro. Las sepulturas más antiguas, que están en ruinas, son de barro pilotado y ladrillos de adobe, siguiendo los procesos de construcción provenientes de la arquitectura de las iglesias de la región (VALLADARES, 1972).
La arborización del cementerio está constituida por palmeras, que siguen a lo largo de la calle principal y al alrededor de las calles laterales paralelas al muro. Esa vegetación es típica de Brasil, hecho que la hace singular. El terreno en que el cementerio está instalado trae, al norte, el Morro Canta Galo y la Iglesia de Santa Bárbara, a sudoeste, la Serra Dourada y, al sur, la vista general de la ciudad, con el caserío de tejados de barro a moda colonial. Desde el interior del cementerio se ve, entonces, un bello paisaje, típico de una ciudad instalada en un valle.
El cementerio es una institución cultural de la sociedad occidental. La preservación de su patrimonio es una de las formas de legitimarlo, así como a las actividades artísticas y culturas realizadas in loco.
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